La fortaleza de El Morro de Santiago de Cuba,  vista desde el aire
SANTIAGO DE CUBA
Interior de la fortaleza de El Morro
"Nada puede haber comparable con el desastroso estado
de Santiago el día de nuestra llegada"

Victor M. Concas y Palau, comandante del crucero Infanta Mª Teresa, en su libro
"La escuadra del Almirante Cervera", publicado en 1.899

La bahía de Santiago de Cuba fue una auténtica trampa para la escuadra española. La configuración de su entrada, estrecha y con un canal de acceso no excesivamente profundo, si bien es cierto que la hacía fácilmente defendible también posibilitaba su bloqueo con relativa facilidad.

A esto se unía el hecho de que su entrada encontraba una complicación añadida en la existencia del "bajo del Diamante" hacia la zona de La Socapa, una auténtica muralla rocosa sumergida que era muy peligrosa y del todo insalvable para buques de gran calado, lo que implicaba que cualquier barco que desease internarse en la bahía debía de hacerlo acercándose a la costa presidida por el castillo de El Morro.
En el supuesto de que se tratase de más de un buque era obligado que debieran efectuar la maniobra de entrada o salida de uno en uno.

imagen de la entrada a la bahía de Santiago, desde el punto de vista de la escuadra americana

Y en el caso del Cristobal Colón, el buque de mayor calado de la escuadra española, se corría el riesgo de perderlo en caso de mar brava, pues sondeado el canal por orden de Cervera se constató que entre la quilla de éste último y el fondo rocoso quedaba un espacio no mayor a los 25 centímetros.
Tal y como se intentaría por ambos bandos durante el conflicto bastaba, pues, con hundir un navío en dicha entrada para cerrarla de forma permanente.

otra imagen de la entrada a Santiago de Cuba, con el Castillo del Morro a la derecha y La Socapa Baja a la izquierda y Punta Gorda al fondo

El teatro de operaciones en la futura guerra que se avecinaba iba a estar condicionado por las propias decisiones o indecisiones tomadas por los mandos españoles. Y éstas no podrían ser peor: sin planes concretos, sin previsiones de ningún tipo y con escasez de carbón para los buques, el lugar donde recalase la escuadra de Cervera tendría el dudoso honor de ser elegido como campo de batalla. Para desgracia española la necesidad y la falta de información, ya que Cervera suponía San Juan de Puerto

Rico bloqueado y no estaba al tanto del telegrama en el que se le concedía libertad para regresar a aguas metropolitanas si así lo estimaba conveniente, obligaron a recalar en Santiago de Cuba.

De haberlo hecho en La Habana los norteamericanos se hubieran encontrado con lo mejor y más numeroso del Ejército Español, así como con unas nada desdeñables baterías costeras que contaban con modernos cañones Krupp.
Sin embargo, en vísperas de la llegada de la escuadra española, la situación de la plaza de Santiago era casi insostenible. La ciudad, segunda en importancia de la isla de Cuba, se encontraba en la Provincia de Oriente y gozaba de unas pésimas y casi inexistentes vías de comunicación terrestres que pudieran gozar de tal nombre. De hecho la única manera eficaz y rápida para acceder a la ciudad era por vía marítima.
Por otro lado la Provincia de Oriente era una de las que soportaba un menor grado de desarrollo económico en la isla, lo que mantenía sumidos en la miseria a muchos de sus

El Castillo del Morro de Santiago, una obra de mampostería que se demostraría aún eficaz frente al bombardeo de una escuadra moderna
 

habitantes y facilitaba la adhesión de la mayoría de ellos al movimiento independentista. De hecho, ésta provincia era donde la insurrección se mostraba más tenaz y donde, por contra, se concentraban menos efectivos del Ejército Español para tratar de sofocarla.

El Castillo de El Morro, a la entrada de la bahía de Santiago de Cuba

El plan previsto para la defensa de la plaza preveía concentrar las tropas de la guarnición en una línea defensiva no muy extensa para con ello facilitar su defensa; sin embargo la necesidad de proteger las zonas de cultivo existente alrededor de la ciudad, que eran fundamentales para el abastecimiento de la misma, obligaba al mismo tiempo a distraer fuerzas en ese cometido.
De esta manera el mando español determinó crear dos líneas defensivas y de observación, aunque no estimó necesario ordenar a las tropas estacionadas en el resto de la provincia de Oriente que formaran parte de este dispositivo, con lo cual se concedía al US. Army el factor

de la superioridad numérica, que a la postre habría de ser determinante en el curso de las operaciones.
Las líneas referidas comprendían los siguientes escenarios:
r la zona costera comprendida entre Punta Cabrera y Daiquirí;
r el interior, desde Palma Soriano a Socorro y desde Punta Cabrera a El Cobre.

Una fotografía de Teodoro Rubio Castaño que muestra el escenario del combate naval de Santiago de Cuba visto desde el castillo de El Morro.

Las únicas tropas que hasta la llegada de la Columna Escario reforzarían las defensas de la ciudad serían aportadas por la escuadra de Cervera, que desembarcaría 4 Compañías de 130 hombres cada una de ellas que fueron distribuidos de la siguiente manera:

Una vista de la bahía de Santiago de Cuba y Cayo Smith, desde el Morro, enviada por Teodoro Rubio Castaño

O 2 Compañías en San Miguel de Paradas;
O 1 Compañía en La Socapa;
O 1 Compañía en Las Cruces.

Por otro lado, para reforzar las defensas de Las Lomas de San Juan, desembarcó un Batallón de 450 hombres al mando del Capitán de Navío Bustamante, que actuaron como reserva y que participaron en la última fase del combate para intentar desalojar a los norteamericanos de las posiciones recién tomadas, sin llegar a conseguirlo pero logrando detener el avance del U.S. Army.
En total, casi 1.000 hombres que fueron a sumarse a los 9.430 que ya existían en Santiago y su zona.
Las ventajas que facilitaban la defensa de la bahía eran también las que la convertían en una trampa mortal.

La fortaleza de El Morro, en una foto de la época
Una vista de la entrada a la bahía de Santiago desde el castillo de El Morro, e interior del mismo

Completaban las defensas terrestres del perímetro defensivo de la ciudad una alambrada de 7'5 kms. de extensión que iba desde la Batería Blanca hasta el camino que llevaba a El Cobre, con varios fuertes y blocaos.
Además, poco después del desembarco norteamericano se construyeron nuevos elementos defensivos y se abrieron cerca de 4.000 metros de zanjas y trincheras, apostándose en el interior de toda esa amalgama defensiva toda la artillería de que se disponía, un total de 6 piezas de 160 mm, 5 de 120 mm y 6 de 80 mm, todas ellas de bronce rayado y completamente antiguas, muchas de ellas de avancarga, dispuestas de la siguiente manera:

q Fuerte de San Antonio: 1 de 160 mm y 2 de 80 mm;
q Fuerte de Santa Inés: 1 de 160 mm y 1 de 120 mm;
q Fuerte de Santa Úrsula: 1 de 160 mm y 2 de 80 mm;
q Fuerte de Cañadas: 1 de 160 mm;
q Fuerte de Centro Benéfico: 1 de 120 mm;
q Fuerte del Horno: 1 de 120 mm;
q Loma del Sueño: 1 de 160 mm, 1 de 120 mm y 2 de 80 mm;

La protección de la entrada a la bahía de Santiago de Cuba estaba encomendada tanto a ingenios submarinos como a baterías costeras.
Las defensas submarinas se componías de dos líneas de torpedos (minas), que se mostrarían a lo largo de todo el conflicto y en los diferentes teatros de operaciones marítimos donde se contó con su concurso como poco fiables.
La primera línea se componía de 7 torpedos de inducción eléctrica mientras que la segunda línea se componía de 6 torpedos de contacto.
Se mostrarían inoperantes durante la acción del Merrimac, que consiguió forzar la entrada a la bahía sin hacer explosionar ninguno de tales ingenios.

minas españolas, ya desactivadas, que formaban parte del sistema defensivo de la entrada de la bahía de Santiago

DEFENSAS COSTERAS DE SANTIAGO DE CUBA

Por otro lado, la defensa costera estaba encomendada a 5 baterías de artillería, formadas por viejas piezas en su mayoría de bronce y de escaso valor militar para una guerra moderna. Tan sólo la batería de La Socapa Alta tenía realmente valor militar.

 
Batería de Punta Gorda

q La BATERÍA DE PUNTA GORDA estaba formada por 2 cañones Krupp de 90 mm y 2 obuses de bronce de 150 mm.
Esta Batería sería reforzada con 2 cañones Hontoria de 160 mm.
q La BATERÍA DE LA ESTRELLA estaba formada por 2 obuses de 210 mm, 2 cañones Plasencia de montaña de 80 mm y de 2 obuses de bronce rayado de 120 mm.
q La BATERÍA BAJA DE LA SOCAPA estaba formada por 1 cañón Nordenfelt de 57 mm, 4 cañones Hotchkins de 37 mm y 1 ametralladora de 11 mm.

q La BATERÍA ALTA DE LA SOCAPA, estaba formada por 2 cañones navales de 160 mm procedentes del crucero Reina Mercedes y 3 obuses de hierro de 210 mm.

INSTALACIONES DE LAS BATERÍAS QUE PROTEGÍAN SANTIAGO DE CUBA

q En el CASTILLO DE EL MORRO el armamento era, si cabe, aún más obsoleto, consistiendo 3 morteros de 300 mm fabricados entre 1.724 y 1.737, 2 morteros de 240 mm fabricados en 1.780 y 1.781 y 2 cañones de sitio fabricados en 1.748 y 1.755.
q En LA BATERÍA DEL FARO, situada al este del Castillo de El Morro, el armamento consistía en 5 cañones de 160 mm y 2 obuses de 210 mm de avancarga.

Situación en la que quedaron los buques Merrimac y Reina Mercedes en su intento de bloquear la entrada a la Bahía

Con este panorama tan desolador se aprestaban las fuerzas españolas a proteger la bahía de Santiago de Cuba de cualquier intento americano de penetrar en ella, objetivo que cumplieron sobradamente, pues a pesar de soportar varios duelos artilleros con la escuadra norteamericana, no pudo ésta acallar en ningún momento ninguna de las baterías españolas, que sufrieron escasos daños y que consiguieron alcanzar en diversas ocasiones a los navíos americanos, aunque sin llegar a producirles daños de consideración.

Los norteamericanos, en un intento por bloquear a la escuadra española, tratarían de hundir en su entrada el viejo vapor mercante Merrimac, aunque no conseguirían su objetivo al descubrir los defensores españoles a tiempo dicha acción, consiguiendo hundirlo en una zona donde no obstaculizaba la maniobra de entrada y salida.

el Merrimac antes de la guerra. Fue utilizado en un intentode bloquear la entrada a la bahía de Santiago

La totalidad de la tripulación norteamericana fue capturada con vida, encargándose el Capitán de Navío Bustamante de acercarse a los buques bloqueadores para notificar la suerte de la tripulación del Merrimac y al mismo tiempo para pedir algunos efectos personales que poder llevarles a los prisioneros norteamericanos.

El Merrimac hundido en primer término y el Reina Mercedes al fondo escorado y hundido

El buque se fue a pique sin que las cargas explosivas que llevaba estallasen.
Por otro lado, consumada la destrucción de la escuadra de Cervera, el mando español tomó la decisión de hundir a la entrada de la bahía al crucero Reina Mercedes para así impedir la entrada de la escuadra americana, sin embargo, éste intento tampoco fructificaría, ya que los norteamericanos conseguirían hundirlo antes de lograr su propósito en un lugar donde tampoco estorbaba el tránsito de navíos.

el Reina Mercedes, hundido a la entrada de la bahía



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