En 1898 el archipiélago de las islas Marianas estaba constituido por 16 islas que forman una línea de norte a sur de unos 950 km de longitud y que juntas tenían una superficie de aproximadamente 1026 km2. Se encontraban divididas en dos grupos, estando el del sur formado por cinco islas —Guaján, Rota, Aguiguán, Tinian, Saypan— orientadas de SSO a NNE y el del norte formado con las restantes islas —Farallón de Medinilla, Anataján, Sariguan, Farallón de Torres, Guguan, Alamagán, Pagán, Agrigán, Asunción, Urracas y Farallón de Pájaros— orientadas casi directamente de norte a sur.
«Conócese á los indígenas de Marianas con el nombre de Chamorros», denominación que procede de la costumbre que tenían las clases distinguidas de llevar la cabeza rapada (chamorra, en portugués) y que luego se generalizó entre todos los isleños.» [1]
La economía de las islas giraba en torno a la producción de café, cacao, caña de azúcar, maiz, palay, coco, tabaco, piña, limones y naranjas así como toda clase de hortalizas.
El censo de 1887 les otorgaba una población total de 9941 habitantes y para el año 1898 la población del archipiélago se acercaba a las 14000 almas.
La mayor de dichas islas era Guam, Guahan o Guaján: con estos tres nombres se designaba la situada más al sur, y que inicialmente había sido bautizada como isla de San Juan, nombre que le puso el padre San Vítores al llegar a ella.
Sin embargo, el nombre más usual entre españoles e indígenas era el de Guaján mientras que los extranjeros la nombraban como Guam.
Tenía una superficie de poco más de 500 km2 y una población que casi alcanzaba los 9000 habitantes, de los que 3000 residían en la capital de la isla: San Ignacio de Agaña.[2]
Como todas las provincias de Filipinas, la de Marianas —que depende directamente de ella— estaba dividida en pueblos o municipios organizados por familias o Barangays. Cada Barangay, compuesto de cincuenta o más familias, tenía un jefe o Cabeza de Barangay que era uno de los principales vecinos con una atribución semejante a la de los alcaldes de barrio en España, con un segundo que lo ayudaba o sustituía, y que se denominaba Suplente.
Entre todos ellos se constituía la Corporación Municipal, que al igual que en Filipinas, se denominaba «Común de Principales» y a cuyo frente se encontraba el llamado «Gobernadorcillo» ejerciendo las funciones de alcalde o jefe del municipio. Elegían la Justicia por dos años, compuesta de un Gobernadorcillo, un Teniente, un Alguacil, que también podía denominarse Mayor y que era el encargado de la policía, dos Jueces que vigilaban el cumplimiento de las disposiciones legales en materias de campos y ganados, y dos Testigos que actuaban en lo judicial con el Gobernadorcillo.
El «Gobernadorcillo» era nombrado por el Gobernador General de Filipinas previa propuesta del Gobernador de la provincia «basada en terna y obtenida por elección de doce del "Común de Principales", sacados los seis por suerte, entre el total de los cabezas, y los otros seis, entre los que habiendo sido antes gobernadorcillos, conservan el privilegio de pertenecer siempre al común de principales, puesto que el cargo de gobernadorcillo solo dura dos años».[4]
La figura del Gobernadorcillo existe en las Marianas desde el año 1828, cuando se establece en las principales islas: Guaján, Tinian, Rota y Saipán.
Todo el aparato de gobierno se encontraba concentrado en la capital de la provincia, San Ignacio de Agaña, donde el Gobernador contaba con un Secretario y un Escribiente.
La administración de justicia estaba confiada a un Juzgado de 1ª Instancia semejante a los existentes en el archipiélago de las Filipinas, mientras que la Hacienda estaba formada por un Administrador, un Interventor y un Almacenero, que tenían a su cargo la recaudación (muy pobre en comparación con lo que se recaudaba en cualquiera de las provincias filipinas) de impuestos y la distribución de los fondos del Tesoro.
Existió también un presidio donde cumplían sus condenas no solamente los delincuentes y criminales de las Marianas sino también otros procedentes de Filipinas y que eran utilizados como elemento de auxilio para la ejecución de las obras públicas que en las islas se llevasen a cabo.
El servicio marítimo, por su lado, estaba encomendado a un capitán del puerto de Apra, el principal de Guaján, y prácticos en número suficiente tanto para dicho puerto como para la rada de Umatac al sur de la isla y para el pequeño abrigo de embarcaciones menores que había dentro de los arrecifes que están frente a la capital.
«La instrucción pública, dentro de la pequeñez de la provincia, no está tampoco olvidada, porque en todos los pueblos, incluso en los carolinos de Saypan, hay escuelas donde se da la primera enseñanza en castellano». [5]
«Las Marianas constituyen un gobierno P.M. á cargo de un jefe del ejército, dependiente en lo civil y criminal del gobieno general y audiencia de Manila, y en lo eclesiático del obispado de Cebú» [6], quedando la organización militar de las islas Marianas en 1878 constituida por un Gobernador político-militar con empleo de Teniente Coronel y que como auxiliares o Plana Mayor tenía:
«Un Sargento Mayor de la clase de primer Ayudante de Estado mayor de plazas , con las funciones propias de su cargo; y para sustituir al Gobernador en ausencias ó enfermedades.
Un Ayudante de la clase de terceros del mismo instituto y para el servicio propio de él.
Otro Ayudante mayor de la dotación ó tropa fija de la provincia, que alterna con los demás de la misma dotación en el servicio ordinario de plaza.
Otro segundo Ayudante de la misma dotación con carácter de Subteniente de la misma, que alterna y sustituye al anterior y desempeña funciones de Secretario de Gobierno.
La Artillería cuenta en su personal un Teniente de las brigadas ó regimiento de Manila, que hace funciones de Comandante de su arma y manda también una compañía de Milicias disciplinadas de la misma, que consta de 54 plazas de cabo á tambor, de naturales del país, en situación de provincia, y que por lo tanto no tiene ningún haber, ni hace otro servicio que los ejercicios necesarios á su instrucción». [7]
De Infantería existía «una compañía de dotación fija, compuesta de un Capitán, un Teniente, un Subteniente, un sargento primero, tres segundos, dos cabos, primeros, dos segundos, un cabo de cornetas, dos tambores y corneta y 44 soldados, todos naturales del país». [8]
Se había organizado también un batallón de Milicia urbana, cuyo primer y segundo jefes eran el Gobernador y el Sargento mayor. Estaba formada por seis compañías y cada una de ellas compuesta por un Capitán, un Teniente, un Subteniente y 70 soldados, «habiendo también un cabo primero, uno segundo y un sargento brigada». [9]
Esta unidad no tenía haber alguno y no hacía más servicio que los ejercicios de instrucción.
Y, finalmente, un destacamento de tropas indígenas filipinas formado por un sargento, un cabo y seis soldados, de los cuales el sargento y cabo corrían a cargo de la instrucción del batallón de Milicias y todos juntos, los 8 miembros de este destacamento, se encargaban del servicio de salvas de ordenanza.
El servicio diario lo prestaba la Compañía de dotación fija, que mantenía una guardia de prevención a cuyo mando estaba un sargento y una guardia en el almacén de pólvora, formada por un cabo y cuatro soldados. De entre los oficiales de la citada Compañía de dotación fija se nombraba uno cada día para llevar a cabo el servicio de jefe de día de la plaza.
El parque de artillería estaba formado por un total de 15 cañones, todos de avancarga y sin valor militar alguno. Habían sido llevados desde Manila en 1830, tras ser desechados para el servicio por antiguos y ya en 1898 apenas se usaban más que para efectuar salvas. Los norteamericanos solo encontrarían cuatro de estos cañones.
La defensa de Guaján tradicionalmente se había confiado, sobre todo, a lo escarpado de sus costas, pero aún así existían 9 fuertes o baterías construidos en otra época y carentes de todo valor militar:
1) en la ciudad de Agaña:
2) en la rada de Apra:
A ellos había que sumar 100 hombres de la milicia chamorra, naturales de la isla, armados con viejos fusiles remington.
El Gobernador militar residía en Agaña, cuyos principales edificios (el palacio del Gobernador, el cuartel, la iglesia y la escuela) eran de piedra.
El resto del personal en aquellos momentos estaba formado por:
Iniciada ya la guerra entre España y los Estados Unidos de Norteamérica, el 1 de mayo de 1898 se consuma, en Filipinas, la catástrofe de Cavite en la que los norteamericanos se han apuntado la vistoria sobre la escuadra española del Apostadero.
Los primeros refuerzos norteamericanos destinados a Manila parten de San Francisco el 25 del mismo mes, escoltados por el crucero protegido USS Charleston, en tres buques de transportes que llevan a bordo 115 oficiales y 2386 soldados.
Los refuerzos norteamericanos, que ya se encuentran en Hawaii, abandonan Honolulu el 4 de junio rumbo a Manila, con órdenes secretas que deben abrirse en alta mar.
Esas órdenes son abiertas el día 5 de junio, y en ellas se ordena a Henry Glass, capitán del crucero protegido USS Charleston, «llegar a Guam y destruir las fortificaciones y buques de guerra españoles presentes en la isla, creyendo que era probable la presencia de dos cañoneros españoles en el puerto de Agaña». [13]
El 20 de junio la expedición llega a las costas de Guaján, dirigiéndose a Agaña en demanda de los cañoneros españoles que suponen se encuentran allí; al no hallarlos, cambian de rumbo y se dirigen a la rada de Apra, donde sin duda deben encontrarse.
La realidad es que no hay ninguna unidad naval española en las Marianas, pero los estadounidenses aún no lo saben. Mientras los buques de transporte permanecen alejados de la costa en previsión de que pudiera encontrarse artillada, el USS Charlestón se adentra en sus aguas para efectuar un reconocimiento.
Al fondo de la rada, sobre un islote, divisan el fuerte de «Santa Cruz», sobre el que efectúan 13 disparos que no hacen blanco. Los estadounidenses, contrariados por el hecho de que desde la fortificación española no se haga nada por repeler el ataque, observan sorprendidos -cuando el humo de los disparos se disipa- cómo un bote que porta una bandera española se dirige hacia ellos.
En él va el oficial médico D. José Romero al que acompaña un intérprete de inglés, que solicita permiso para entrevistarse con el capitán al mando del buque americano.
Una vez a bordo del USS Charleston, los oficiales españoles saludan con efusividad a Henry Glass y le presentan sus disculpas por no haber correspondido al saludo ya que no disponían de pólvora ni siquiera para efectuar las salvas de cañón.
Entre los estadounidenses la sorpresa se va tornando incredulidad por momentos.
El sorprendido Henry Glass explica, entre tanto, a los oficiales españoles que ambas naciones están en guerra y que deben considerarse prisioneros.
Los sorprendidos españoles se muestran completamente ignorantes de este hecho, pues la última comunicación que les llegó vía marítima era del 9 de abril, y desde entonces no habían recibido ninguna otra información.
Glass permite a los dos oficiales españoles regresar a tierra firme para informar al Gobernador de la situación y transmitirle el mensaje de que a no ser que las fuerzas españolas se rindan antes de las 12 a.m. del día siguiente, las fuerzas norteamericanas desembarcarán para tomar por la fuerza la isla.
El 21 de junio, considerando la inferioridad numérica, la ausencia de fortificaciones en la isla que permitan una resistencia efectiva, y sin la posibilidad de socorros desde Filipinas, el teniente coronel Juan Marina rendía la isla haciendo constar que «Sin defensas de ninguna clase, ni elementos que oponer con probabilidad de éxito á los que usted trae, me veo en la triste decisión de rendirme, bien que protestando por el acto de fuerza que conmigo se verifica y la forma en que se ha hecho, pues no tengo noticia de mi Gobierno de haberse declarado la guerra entre nuestras dos naciones».
Ya arriada la bandera española e izada la estadounidense se permitió a los 100 milicianos chamorros que regresaran a sus hogares, tomando como prisioneros al Gobernador político-militar teniente coronel D. Juan Marina, los oficiales capitán D. Duarte –que actuaba como secretario del Gobernador–, el teniente D. José García Gutierrez –que ejercía como capitán del puerto de Apra–, el teniente médico D. José Romero, los tenientes de infantería de marina D. Marcelino Ramos y D. José Berruezo y 54 soldados que son trasladados a bordo del City of Sidney para ser conducidos a Manila.
Los norteamericanos capturaron 55 fusiles mauser pertenecientes a las tropas regulares, 54 fusiles remington destinados a los milicianos chamorros, 7000 cartuchos y 4 banderas, además de los inútiles cañones de bronce y avancarga que existían en las distintas fortalezas y que encontraron tras un breve reconocimiento de la isla efectuado el día 22.
El 23 de junio, sin establecer una guarnición que garantice la seguridad en la recién tomada isla, abandonaban Guaján para dirigise a Manila.
Tan solo quedan en la recien conquistada isla de Guam civiles y clero, estado entre los primeros el Administrador de la Hacienda Pública, D. José Sixto, quien considera que la conquista de Guaján es nula porque al abandonar la isla las fuerzas estadounidenses «ha existido abandono», por lo que vuelve a izar la bandera española.
Este hecho, al no estar respaldado por una posición de fuerza, no tendría ninguna relevancia durante las negociaciones finales que liquidarían los territorios de Ultramar españoles.
La «reconquista pacífica» de Guaján solamente duraría un mes, hasta que el 22 de julio de 1898 el buque USS Uranus regresaba a la isla y finalmente procedía a su ocupación definitiva.
Las conquista de Guaján solamente tuvo una víctima mortal: el «private» (cabo) Elias Hutchinson, que fallecería el 21 de junio en el City of Sidney a consecuencia de una apendicitis.
![]() Castillo de Santa Águeda, en Agaña, restaurado en la actualidad.
![]() Calle principal de «Apra». Archivo personal.
![]() Sillares del restaurado fuerte de Santa Águeda en Agaña.
![]() Planos del castillo del Santo Ángel, en la bahía de Umatac.
![]() Fondeadero de Agaña. Archivo personal.
![]() Plano del fuerte de Santa Águeda en 1832. Procedente de «guampedia.com».
![]() Otra vista del fuerte de Santa Águeda en la actualidad.
![]() Palacio del Gobernador español.
![]() Plano de la batería de San Rafael, en Agaña. Procedente de «guampedia.com»
![]() Paisaje de Guaján: Monte de Santa Rosa.
![]() Una calle en San Luis de Apra.
![]() Una imagen de la costa escarpada de Guaján.
![]() El fuerte de La Soledad, restaurado en la actualidad, en la bahía de Umatac.
![]() El fuerte de Santa Águeda en la actualidad.
![]() Plano de la batería de Santiago, en la península de Orote, rada de Apra. Procedente de «guampedia.com».
![]() Puente de piedra español sobre el río Achugao en la costa norte. Archivo personal.
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