PUERTO RICO

El destino inicial de la escuadra de Cervera era la isla de Puerto Rico, un estratégico enclave donde la llama del independentismo no había llegado a prender con igual fuerza que en la vecina Cuba, y donde los conatos de insurrección no fueron muy significativos.

La isla, que gozaba de una recién adquirida autonomía, se había convertido en una de las fuentes desde la que enviar refuerzos al Ejército de Operaciones de Cuba al inicio del levantamiento cubano.
Los norteamericanos, cuyo principal objetivo era la "libertad" de Cuba, finalmente se plantearon la ocupación de Puerto Rico como compensación de guerra, al tiempo que se aseguraban un territorio estratégicamente situado en el Caribe.
Puerto Rico sufrió su primer contacto con la guerra hispanoamericana el 12 de mayo de 1.898, cuando la escuadra de Sampson, en su desquiciada búsqueda de Cervera, se presenta ante San Juan de Puerto Rico con la esperanza de encontrar y destruir a la escuadra española en su puerto, donde suponía que habían buscado refugio.
Sin embargo, Cervera no se encuentra en la capital de la isla, pese a lo cual,

Sampson decide bombardear la ciudad sin previo aviso.
Las defensas costeras españolas, si bien no contaban con modernas piezas de artillería, no eran nada desdeñables y a pesar de las carencias que también debieron soportar (escasez de municiones, falta de

entrenamiento de sus dotaciones y un largo etcétera) aguantaron relativamente bien el bombardeo de los buques norteamericanos.
Se componían de:
r 10 obuses de 240 mm y 22 cañones de 150 mm del sistema Ordóñez;
r 6 obuses de 210 mm y 3 cañones de 150 mm mucho más vetustos.
La escuadra de Sampson llevó a cabo su ataque realizando pasadas frente a la entrada al puerto a una distancia inferior a los 3.000 metros durante poco más de 2 horas, causando entre los defensores 2 muertos

y varios heridos, y desmontando tan sólo una pieza de artillería, mientras que la población civil sufrió 4 muertos y 16 heridos.
Por su parte, las baterías españolas alcanzaron en varias ocasiones a los buques americanos (2 proyectiles impactaron en el acorazado Iowa, 1 en el crucero New York y 1 en el monitor Terror), causándoles 2 muertos y 7 heridos.

Finalmente Sampson, después de tan inútil demostración de fuerza, abandonó la zona dejando de nuevo San Juan de Puerto Rico libre para que la escuadra de Cervera, o cualquier otro buque español, pudiera hacer su entrada en el puerto con total libertad.
Pero esto no significó el fin de las operaciones en torno a la isla, que sería escenario de los combates navales y terrestres entre las fuerzas españolas y norteamericanas dentro de lo que sería un escenario secundario en las operaciones militares.

Una mayor presencia militar española quizás hubiera permitido conservar la isla, sin embargo, destacar un mayor número de unidades como guarnición en Puerto Rico no tenía mucho sentido al existir un clima de tranquilidad y de paz en aquel territorio, en clara contraposición a lo que venía sucediendo en Cuba y Filipinas.

LA GUERRA EN EL MAR: OPERACIONES NAVALES

Una vez más, el dominio del mar iba a ser determinante en la suerte que corriesen ambos contendientes también en este escenario. La lejanía de España obligaba, en el supuesto de enviar hombres y material (de los que se carecía en una agotada metrópoli) para reforzar las defensas de Puerto Rico, a proteger los envíos con una potente fuerza naval que pudiera afrontar con garantías su defensa, y los buques que quedaban en España eran a todas luces más que

incapaces para abordar el reto de asumir la presencia naval española en todos los frentes y proteger las aguas metropolitanas.

La estación naval de San Juan de Puerto Rico estaba compuesta de tres buques destinados en ella:
r el pequeño crucero no protegido Isabel II,
r los cañoneros General Concha y Ponce de León.
Estos buques serían reforzados con la llegada del crucero auxiliar, antes trasatlántico, Alfonso XIII, armado con 4 cañones de 120 mm y 2 de 90 mm .

Como la presencia naval norteamericana, tras el ataque a San Juan, se limitaba a cruceros auxiliares que generalmente operaban en solitario, los buques españoles realizaron varias salidas con la intención de hundirlos o ponerlos en fuga. De este modo, el crucero auxiliar español atacaría al norteamericano Yale, que armado tan sólo con 8 piezas ligeras no era un rival serio para el buque español, por lo que tras llevar a

cabo un breve duelo artillero, el buque americano abandonó esas aguas evitando así su pérdida.
El único buque español con verdadero valor militar que reforzaría la estación naval vino a hacerlo de manera fortuita.

Dejado un poco a su suerte por la escuadra de Cervera, tras solucionar provisionalmente sus averías, el destructor Terror haría su entrada en San Juan de Puerto Rico escoltado por el cañonero Ponce de León el día 27 de mayo, evitando así la trágica suerte de los buques bloqueados en Santiago de Cuba.
Desgraciadamente para el buque, sus 2 cañones de 75 mm . se habían quedado a bordo de algunos de los buques de Cervera, para así aligerarlos de peso mientras hacían la travesía del Atlántico llevados a remolque, por lo que su capacidad ofensiva quedaba

muy limitada.
El bloqueo de San Juan no era permanente y así, el 12 de junio ante la presencia de un crucero auxiliar americano, el Saint Paul, efectuaban una salida el Terror y el Isabel II con intención de dar buena cuenta de él.

Sin embargo, cuando ya se encontraba a una distancia apta para el ataque con torpedos, el Terror sufría un impacto directo de un proyectil que le provocó una vía de agua obligándole a retroceder protegido por el fuego del Isabel II, más rezagado debido a su

menor velocidad.
El 28 de junio se presentaba el vapor Antonio López con una carga de víveres y municiones, pero desprovisto como estaba de artillería era interceptado por el crucero auxiliar americano Yosemite, que al

advertir la presencia del Antonio López le alcanzó con varios disparos y le obligó a embarrancar en la costa, aunque la oportuna salida del Isabel II evitó que fuera destruido.
Tal cosa sucedería poco más tarde, durante las tareas para reflotarlo.
En ese momento hacía su aparición el crucero protegido New Orleans para el cual no eran rivales los buques españoles,

que destruía con total impunidad al Antonio López, perdiéndose su carga. La presencia naval americana iría incrementándose en la zona poco a poco, lo que finalmente obligaría a las unidades navales españolas a suspender sus acciones ofensivas, motivado por la superioridad numérica y artillera de sus enemigos.

EL DESEMBARCO : OPERACIONES TERRESTRES

Las unidades destacadas como guarnición en Puerto Rico eran completamente insuficientes para hacer frente a una invasión. Las tropas, además de escasas, adolecían de la adecuada preparación, estando en su gran mayoría formadas por naturales de la isla.
En total, sumaban unos 16.000 hombres.

GUARNICIÓN ESPAÑOLA EN PUERTO RICO
Capitán General de la Isla: Teniente General D. Manuel Macías García

Con estas tropas se aprestaba Macías a dirigir la defensa de la isla, sabiendo ya de antemano que la guerra estaba perdida para los intereses españoles y que posiblemente sus 16.000 hombres se vieran reducidos a menos de esa cifra motivado por la espantada de muchos de los voluntarios, que no deseaban dejárse la piel por una causa de antemano perdida.

El mando español temió en un primer momento que el desembarco americano se produjese en Fajardo, sin embargo, y aunque en un primer momento parece ser que ese era el lugar elegido, finalmente los planes se cambiaron eligiéndose un punto al sur de la isla.
Con tan reducido número de tropas y con la dispersión a la que se vieron sometidas, una vez más la superioridad numérica americana era manifiesta, aunque en esta ocasión no llegaría a ser un factor tan

determinante como sucedería en Santiago de Cuba.
Por otro lado, las actividades de los agentes americanos informaron al mando americano de que el sur de Puerto Rico era un lugar más seguro para efectuar el desembarco, al no estar tan protegido como el norte.

Así, el 25 de julio desembarcaban los 3.415 hombres de la Brigada Garretson en la bahía de Guánica con 5 baterías, enfrentándoseles tan sólo 3 compañías del Batallón Patria y algunas guerrillas.
Pero tras unas escaramuzas, las unidades españolas se replegaban tras causar 5 bajas al enemigo y sufrir 10, dejando expedito el camino para el desembarco de las fuerzas americanas,

aunque muy poco hubieran podido hacer para evitarlo.

Tan sólo dos días después desembarcaba en Ponce la Brigada Wilson, precedida por el bombardeo de la costa que llevaron a cabo varios buques americanos.

Encontraron la oposición de fuerzas españolas compuestas por 3 Cías. del Patria, por Voluntarios, Guardias Civiles y unidades de Guerrillas.
Pero pronto estas fuerzas españolas se batirían en franca retirada.
En su avance hacia el interior de la isla se encontraron en Coamo con una tropa española compuesta de 250 hombres, que poco pudieron hacer frente a la superioridad numérica enemiga.
En el combate que se produce, las tropas de la Brigada Wilson pronto rodean las

posiciones de las fuerzas españolas y les causan varios muertos y heridos, además de capturar 167 prisioneros. Las bajas norteamericanas son ridículas.

La Brigada Broocke desembarcaba en Guánica el 28 de julio, intercambiando inmediatamente disparos con con un grupo de casi 400 soldados españoles que resistieron duramente por algún tiempo.

A finales de julio la Brigada Schwan desembarca en Ponce y se dirige hacia Mayagüez, en la costa oesta de Puerto Rico.
Allí se encuentran con algo más de 1.500 soldados españoles del Alfonso XIII y de diversas unidades más, con 2 cañones de montaña del tipo Plasencia.
Lo que en principio hace suponer una dura lucha, se torna en una rápida retirada española tras producirse la deserción de 500 voluntarios y sufrir algunas bajas entre la tropa, consecuencia del combate: 2 muertos y 9 heridos.
Los norteamericanos sufren 3 muertos y 15 heridos.

El 12 de agosto tenía lugar el último enfrentamiento entre tropas españolas y las americanas en Puerto Rico, en el Asomante.

El combate se redujo a un duelo artillero entre dos piezas españolas y 6 piezas norteamericanas. Finalmente, el gran alcance de los mausers españoles pusieron fin al combate al alcanzar los tiradores españoles con su fuego a los artilleros norteamericanos y ponerlos en fuga.

Pero antes de finalizar la guerra, el 1 de agosto desembarcaban en Fajardo, localidad abandonada por los españoles que la consideraban indefendible, 34 marineros americanos con 1 ametralladora.

Los norteamericanos se hicieron fuertes en el faro de la localidad, donde seis días después sostuvieron un pequeño fuego de fusilería por parte de algunos de los 200 soldados españoles que se presentaron en Fajardo.
Una vez allí, volvieron a tomar el pueblo, que en ausencia de fuerzas españolas había creado una milicia proamericana que se dispersó con la llegada de las tropas enviadas por Macías.
Los norteamericanos respondieron al fuego, siendo apoyados por los cañones de los buques de los que habían desembarcado.

La acción se saldó con un sólo herido en la parte americana. Las tropas españolas se retiraron dejando como guarnición algunas números de la Guardia Civil.

La población se mantuvo en poder de las fuerzas españolas hasta el 30 de septiembre, cuando ya había transcurrido casi dos meses del fin de las hostilidades entre España y los EEUU.